Polvo de Estrellas

Sabía que no debía amarte, por un instante busque evitarlo, pero sentía dentro de mí que no me iba a ser posible, me conozco, soy intenso, un tonto enamoradizo, inconsciente e imprudente, me dejo llevar por la emoción, por la pasión. Tan solo con tu primer sonrisa y mirada sostenida, quise conocerte.

Nada serio, dijimos ambos, quisimos aclararlo como quien se tapa los ojos y se avienta al vacío con la esperanza de no estrellarse, aunque para ese entonces mi cabeza ya volaba con pensamientos de ti, mi corazón latía veloz y fuertemente, así como mis ojos buscaban algún brillo en tus ojos que me hicieran sentir seguro y mis labios temblaban en la espera del impacto con los tuyos y tu humedad.

Y pudo ser solo una aventura, una emoción pasajera, un pasatiempo arriesgado, pero no lo fue. Quise que no te enamoraras de mí, pero con todo mi ser deseaba que pensaras en mi tanto como yo en ti, que tuvieras tantas ganas de mi así como las tenía yo de ti, que pudieras tener una revolución de sentimientos hacia mí, que tuvieras ganas de reír y de llorar por lo que era, por lo que quisieras que fuera, deseaba sentirme amado por ti.

No debías enamorarte de mí, pero soy egoísta, lo sé, me aferré a ti para intentar salvarme del pozo donde me hundía con tanta rapidez, entre mis tantas fallas, tantos vicios que supuse que no podrías amarme, pero al notar la luz que desprendías, busque que me compartieras un poco de ella en mi vida, y debo confesar que fue una constante lucha interna por alejarme y mantenerme cerca de ti, mientras tú me aceptaras. Pero aun con todo en contra, conociendo mis errores y los riesgos decidiste enamorarte de mí, compartirme un poco de tu vida, de tu felicidad, de ti.

Parecería que estaba destinado a pasar, que, a pesar de todas las señales, de los riesgos y de la propia conciencia de como terminaría lo nuestro, nuestro beso ocurrió, me tomaste de la mano y la explosión del nosotros se inició ocasionando un meteoro fugaz que al impactarse solo dejo a su paso un rastro de polvo de estrellas, con destellos de lo que un día fue brillante y hermoso, aun sabiendo que no debía amarte, sabiendo que no debías enamorarte de mí.

Julio Cesar


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